Psicología Tarragona

Pensar vs sentir

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Has escuchado alguna vez eso de ‘’¿pienso luego existo?’’ Y has escuchado alguna vez eso de ‘’¿siento luego existo?’’,porque a mi esta última frase no me suena nada.

El ser humano está acostumbrado a pensar mucho y sentir menos. Y quien siente más, se olvida del sentir (al menos por unos instantes) para volver a pensárselo de nuevo.

En la consulta individual suelo preguntar ‘’¿qué sientes?’’, y en la mayoría de ocasiones la respuesta es, ‘’pienso que…’’. No estoy preguntado qué piensas, estoy preguntado qué sientes y si voy más allá, donde lo sientes y registras en tu cuerpo. Las personas estamos acostumbradas a pensar, y a sentir desde lo que pensamos. 

¿Tú piensas que estás angustiado o sientes que lo estás? Porque si lo piensas, la angustia está en tus pensamientos y no en tu pecho, o en tu abdomen, o en tu garganta, por ejemplo. Sentir es experimentar, es vivirlo. Lo que se siente no se piensa, se siente y ya.

En nuestra sociedad pensamos demasiado, y creemos que somos lo que pensamos. Está claro que guiarnos sólo por lo que sentimos, a veces, sería contraproducente, porque no solo dependemos de nosotros mismos, sino que a veces, lo que sentimos puede afectar a nuestro alrededor. El pensamiento, sería la vara de medir nuestras acciones, lo que en un momento dado creemos que está bien o que está mal, pero siempre desde nuestro punto de vista. Porque el bien y el mal, ¿es así en función de qué? ¿Cuantas veces has escuchado de otras bocas juicios sobre lo que has hecho?       ¿Eso es fiable para quien lo dice o para quien lo recibe? Yo puedo sentir y pensar una cosa que bajo mi mirada es lo correcto, pero eso no implica que lo tuyo sea peor. Implica que somos diferentes, y en esas diferencias, también están los matices del pensar y sentir diferente.

El sentir es lo genuino, nuestra intuición, nuestro latir, nuestros nudos. El sentir es lo que nos conecta con nuestra verdad, con lo que realmente queremos. El pensar acompaña el sentir, pero a veces, confundimos lo que pensamos con lo que sentimos. En el sentir actuaríamos si no hubiera consecuencias. El pensar nos frena y nos las hace ver de cerca. El pensamiento es el filtro que nos da el permiso para hacer o no, en función de lo que creemos que vamos a perder o a quien podamos decepcionar. Todo esto, medido desde la educación, desde la experiencia, desde lo inculcado. Nada tiene que ver con el sentir, y nada tiene que ver lo tuyo con lo mío.

Nos pasamos la vida pensando lo que es mejor o peor para nosotros, pero dejamos de sentir lo que realmente nos late de verdad.

Te invito a sentir en tu cuerpo, en cada rincón y dejar de pensar por unos instantes lo que es o no es correcto. No puedes pensar que estás triste. Puedes sentir que lo estás, y desde ahí, quedarte en esa tristeza para abrazarla, para vivirla intensamente y para llorarla. Si la sientes existe, y si existe está bien reconocerla. Si piensas que estás triste pronto te vas a escapar, porque los pensamientos van y vienen. Nos convencen de cosas que a veces no son ciertas en nosotros. Nos olvidamos de sentir para pensar más, y eso nos aleja de nuestra verdad.

A veces, nos quedamos en las relaciones de pareja, en los trabajos, en nuevos proyectos, etc. porque pensamos que es lo mejor. Pensamos que las relaciones de pareja (en general) nos darán estabilidad. Lamento decirte que la pareja desestabiliza. Es un espejo constante al que miras, y mirarse a través del otro muchas veces cuesta. Con lo que la estabilidad ya no existe (aunque puedes buscar y encontrar tus momentos). Pensamos que estar en este trabajo es lo mejor, porque es lo que nos sustenta económicamente, y aceptamos nuevos proyectos, a veces, simplemente por ocupar tiempo, aunque nos contamos que ¡nos encanta! Si te paras a sentir, quizás esta relación no te hace feliz porque te sientes triste todos los días al llegar a casa. Quizás el trabajo en el que estás te está generando ansiedad y estrés, y quizás el proyecto que has aceptado te da brotes de alergia porque has dicho sí cuando sentías no, pero culpas al cambio de estación.

Eso es lo que genera sólo el pensar. Nos engañamos con nuestros pensamientos, porque no nos permitimos sentir qué queremos de verdad. A veces asusta lo que sentimos y preferimos obviarlo. 

Lo más sano para el ser humano es un equilibrio entre ambos. Uno puede sentir que no quiere estar más dónde está y desde esa conciencia escoger quedarse. No es desde un engaño, es desde una elección. Puedo sentir que estoy triste ahora con lo que tengo en mi vida, por ejemplo, y todo y así, seguir escogiéndolo, porque pensar en un cambio me da miedo. No me engaño diciendo que estoy alegre. Siento tristeza y la escojo, porque ahora no puedo hacer otra cosa, o al menos, no sé cómo hacerlo. Ya llegará, porque si tú no lo haces la vida lo hace por ti.

 

Psicóloga Sanitaria y Terapeuta Gestalt en SN Psicologia