¿Qué es el miedo? ¿Alguna vez lo has experimentado en tu propia piel, o eres el/la más valiente del mundo? Déjame decirte, que el miedo aparece siempre, en más o menos medida, pero todos le tememos a algo, porque como seres humanos, y por tanto (tal y como ya comenté en el artículo de ‘’las emociones’’), nadie se escapa de ninguna de las emociones básicas (alegría, tristeza, rabia, miedo). Hay muchas personas que van a pensar que no es cierto, que no le temen a nada, que el miedo para ellos no existe. A veces, no se trata del miedo, sino de la capacidad que tenemos de sobreponernos a él. Si tú eres de los que ves el miedo acercarse y en seguida te sobrepones y lo afrontas, es posible que seas de los que opine que no tiene miedo. En cambio, si ves que el miedo se va acercando, y dejas que éste se apodere de ti, quizás estas líneas te resuenen más, porque sabes lo cierto que es.
Tener miedo no es malo, ¡al contrario! El miedo nos hace retroceder, nos hace estar alerta, nos hace ser conscientes de nuestras limitaciones, de nuestros fantasmas, y aquí, es donde surgen las oportunidades y los cambios. A veces, nos encerramos en una frasco de cristal , porque creemos que ahí nada nos va a pasar…y claro, ahí, dentro de ese frasco no pasa nada, pero ni bueno ni malo. Creemos que al estar protegidos viviremos mejor y no habrá riesgos. Quizás, eso sea la mayor trampa, la justificación más fácil que tenemos al alcance de nuestras manos para quedarnos ahí, encerrados. Sin riesgos, sin romper esquemas, sin cambiar cosas no avanzamos, ¡no vivimos! Si nos quedamos encerrados nada pasa, y si nada pasa, no vives, porque la vida es movimiento, es abrir cada día la ventana y salir a la vida con más o menos fuerzas. La vida y el tiempo no paran, eres tú quien para.
Qué fácil es decir todo esto ¿verdad?, y qué difícil es, a veces, moverse por culpa del miedo. Cierra los ojos y piensa a qué cosas le temes. Puede que sea miedo a las arañas, puede que sea miedo a no encontrar pareja, puede que sea miedo a la maternidad. puede que sea miedo a mostrarme al otro con todo lo que tengo y todo lo que soy…
Hay miedos más concretos y miedos más abstractos pero todos tienen algo en común lo que imaginamos que es y lo que imaginamos que será. En el ejemplo de las arañas. Piensa en una araña. Un ser vivo mucho más pequeño que tú, tienes todas las de ganar, pero en cambio le tienes miedo. ¿Miedo a qué? Quizás la emoción real sea asco, pero, ¿el miedo cuando llega? Si imagino que la araña puede picarme, si imagino que habrá muchas arañas que van a ponerse en mi cuerpo…quizás ahí entra en juego el miedo. Todo está en tu imaginación, no es real. Si cogemos el ejemplo del miedo a la maternidad, ¿cuál es el miedo? Todavía no estás embarazado y aunque lo estés, todavía te quedan muchos meses para tener a tu bebé en brazos. Quizás no sea miedo a la maternidad en sí, quizás el miedo empieza cuando imaginas todo lo que va a conllevar, todo lo que puedes perder, todo lo que debas cambiar, pero esto todavía no está, no existe, todavía no es real. De nuevo, forma parte de tu imaginación, de lo que te cuentan, de las experiencias ajenas, pero tú eres tú. Los miedos hacen que perdamos. Que perdamos momentos, perdamos trenes, perdamos oportunidades… Cuando ya pasó, miramos el pasado y nos decimos: ‘’!Cómo pude no hacerlo! Si pudiera echar el tiempo atrás me arriesgaría!’’ Pero ahora ya no puedes. No pudiste en su momento, no estabas preparad@. Lo importante, es que ahora te des cuenta de cuáles son tus miedos, y una vez identificados puedas ponerlos en el presente, dejes el futuro, dejes el pasado y la imaginación y te centres en lo que hay ahora. A partir de aquí empieza tu aventura.
Psicóloga sanitaria y terapeuta Gestalt en SN Psicologia