La vida moderna es ciertamente diferente a cualquier otro tiempo en la historia de la humanidad. Hoy en día, con gran diferencia el órgano más solicitado y afectado es nuestro cerebro. Una de las curiosidades del lóbulo frontal del cerebro es que en caso de daños físicos no para sus funciones, sino que transfiere y modifica sus funciones en las zonas no afectadas del lóbulo frontal. Esto resulta en cambios del funcionamiento cognitivo, emocional y racional de la persona, comportamientos que a veces se pueden confundir con trastornos psicológicos.
Las enfermedades mentales parecen plagar el mundo moderno, además la misma vida moderna parece ser la base de estos cambios. Manejar la vida como si fuera un dispositivo, averiguando constantemente qué hacer en lugar de tener habilidades, recuerdos. Tener otras personas que controlan y tipifican nuestros días. Estas son los rasgos generales de la vida moderna y nos están causando daño. El ritmo y la intensidad de estas demandas no se parecen a ningún otro momento de la historia y seguramente es parte del problema. Pero, ¿qué es exactamente lo que está siendo dañado y cómo se traduce eso en una enfermedad mental y falta de bienestar?
El cerebro contra la vida moderna
Todas las demandas que acabamos de mencionar solo las puede cumplir y entender el lóbulo frontal del cerebro. Es la parte más avanzada del cerebro humano. Es gracias a la evolución del lóbulo frontal que tenemos todos los beneficios de la vida moderna y tecnología. Irónicamente el lóbulo frontal del cerebro se “come” también la mayoría de los efectos negativos de la vida moderna.
Las funciones más potentes del lóbulo frontal se encuentran bajo el paraguas de la función ejecutiva. Estas son cosas como la atención selectiva (la capacidad de elegir dónde poner su atención a pesar de las distracciones), el cambio mental (cambiar el enfoque y la actividad en un centavo, cuando las circunstancias lo exigen) y hacer representaciones mentales (ver cosas en el ojo de nuestra mente que no existen en el mundo). Estas habilidades se suman para brindarnos funciones aún más altas, como captar la esencia sutil de una conversación e imaginar lo que otra persona piensa o siente (empatía). Las personas con enfermedades o afecciones del lóbulo frontal, como el autismo, en particular, no pueden hacer una o ambas de estas dos últimas cosas. Cabe mencionar dos funciones más: la memoria de trabajo que contiene todas las cosas que podemos tener en cuenta para acceder fácilmente al pensamiento consciente. La segunda es nuestra capacidad para inhibir las reacciones a las emociones.
Efectos negativos de la vida moderna en el cerebro
Daños en la memoria de trabajo
Una queja común de salud mental en estos días es la memoria. ¿Dónde puse mi bolígrafo? ¿Por qué entré en esta habitación? ¿Cuál es el nombre de esa persona o la palabra para esto? Aunque en algunos casos puede ser una enfermedad como el Alzheimer, en la mayoría de los casos es algo mucho más común. Es el resultado del estrés y el consiguiente deterioro de la memoria de trabajo.
Daños en la función de control de emociones
Estás de mal humor y los niños hacen demasiado ruido. Levantas la voz. La irritación que normalmente controlarías con facilidad se abre paso.
Hay otros ejemplos menos obvios. No robamos el helado de un extraño simplemente porque nos gusta. Tampoco ponemos nuestro cuerpo contra una persona atractiva que camina por la calle. Se trata de tener control de impulsos.
El lóbulo frontal tiene dos debilidades mayores:
- Los daños físicos en el lóbulo frontal pueden desarrollar enfermedades mentales
- El lóbulo frontal del cerebro no funciona bien, o simplemente no funciona, bajo estrés
El lóbulo frontal estaba destinado a la contemplación tranquila, no al trabajo frenético. Puede realizar lo último, pero no por mucho tiempo La vida moderna exige que seamos capaces de manejar cosas complejas y abstractas en la mayor parte de lo que hacemos. Usamos nuestra mente todo el día, todos los días, en el trabajo normal y bajo estrés. Vemos como falla cuando tenemos dificultades de concentración, no podemos encontrar palabras o sufrimos la irritabilidad constante. Son síntomas del lóbulo frontal bajo estrés.
Al hacer este “mal uso” del cerebro toda nuestra vida, nos hacemos más vulnerables a cualquier trastorno mental que podamos tener genéticamente o que seamos propensos por otras razones.
La vida moderna, con su trabajo incesante, sus exigencias cognitivas y su falta de conexión social suma todos sus efectos sobre el cerebro, concretamente el lóbulo frontal. Pero el estrés en el lóbulo frontal se puede deshacer o al menos minimizar. Aquí es donde radica el trabajo del psicólogo.
Referencia: How the Brain Handles Modern Life de Mark Rego M.D.