Los seres humanos estamos así, insatisfechos. Cuando conseguimos una cosa, ya estamos pensando en la otra. Cuando estamos de vacaciones, pensamos que ya se terminan, y a ver cuando llegan las siguientes. Si estamos en pareja, creemos que no nos da lo suficiente, y así, suma y sigue.
El ser humano vive insatisfecho, es así. Vivimos en una sociedad donde todo va muy rápido, donde hay mucha competitividad por todo. Miramos más hacia los lados que hacia adentro. Estamos más centrados en demostrar que somos y estamos felices, que de serlo en sí mismo. Si no estamos presentes, disfrutando de la satisfacción que nos proporciona lo que estamos viviendo, ¿cómo vas a saber qué sientes? ¿Cómo vas a saber si eres o no eres feliz? Quizás el otro se lo crea, pero ¿tú te lo crees?
El ser humano nace para ser feliz, para estar satisfecho, para ir hacia la pulsión de vida (eros). En ocasiones, y sin saber muy bien cómo, estamos envueltos en una espiral de insatisfacción, de infelicidad. Nos vemos arropados por la pulsión de muerte (thanatos). Nos fijamos más en todo aquello que nos falta, en todo aquello que queremos lograr, pero nos cuesta tomar aire profundo, y sentirnos llenos de todo aquello que sí forma parte de nosotros. Como ya dije alguna vez, la vida nos da y nos quita, así que, ¡qué bien saber hacia dónde vamos y qué queremos! ¡Qué bien tener objetivos y metas a las que llegar! ¡Qué bien tener ese espíritu de superación para lograr lo que nos propongamos! Imagina que todo eso ya lo lograste, todo eso que anhelabas ya lo tienes, ¿ahora qué? El ser humano es un buscador incansable, nuestra mente está bombardeada de muchos inputs, que nos llegan de todas partes, y claro, ¿qué pasa? Nos vamos olvidando de lo que sí ya logramos. Una cosa es el espíritu de superación, y la otra, es el espíritu incansable de estar consiguiendo cosas sin parar, olvidándote de que en el camino también vas perdiendo, porque a veces, no lo podemos tener todo y tenemos que priorizar, poner límites. Si no te centras en lo que SÍ, si no te centras en lo que NECESITAS de verdad, si no te centras en tu verdadero YO (y no el que se espera que seas, sino en el que quieres ser de verdad), vas a estar
constantemente en un camino de búsqueda y conquista incansable. Y, ¿de que te sirve si cuando lo tienes tampoco lo miras? ¿Si cuando lo consigues, no le das la importancia que sí le dabas cuando lo imaginabas?
A veces imaginarlo es mucho más placentero, porque en la imaginación, podemos decorar, podemos inventar, podemos sentir y hacer lo que queramos, pero la realidad, muchas veces, es distinta.
Te propongo algo. Escribe en una libreta todas aquellas cosas que algún día te propusiste hacer o conseguir. Enuméralas. Escribe cómo te sientes habiendo conseguido cada una de ellas. Escribe cuantas veces te acuerdas de que vives, tienes o haces aquello que deseabas, hace algún tiempo en tu imaginación, y se hizo realidad. Escribe cuantas veces te paras a agradecer y valorar todo lo que SÍ, y cuantas veces te paras a lamentar por todo aquello que no tienes y te gustaría, o que el otro sí tiene y te da rabia o envidia.
A veces lo podemos tener todo y vivir como si no tuviéramos nada, porque si no le damos el espacio, el lugar y la atención vivimos en el NO, vivimos en la carencia y nos sentimos insatisfechos. Tengo esto pero, ¡qué más da si no tengo aquello! Y cuando consigo ‘’aquello’’ me digo ¡ya pero yo para ser feliz necesito eso otro! Y así, podemos pasarnos la vida, insatisfechos.
Si todo y valorar lo que sí tienes, si todo y ser feliz por todo lo conseguido, sigues estando insatisfecho, infeliz, pide ayuda, háblalo y quizás así puedas ver las cosas desde otra perspectiva.
Psicóloga Sanitaria y terapeuta Gestalt en SN Psicologia
