Psicología Tarragona

Aprendiendo a soltar

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Los seres humanos, muchas veces, nos aferramos y agarramos fuerte a todo aquello que vivimos en el pasado, a todo aquello que sentimos, a todo aquello que nos hicieron. O, nos mantenemos en un futuro incierto, y nos embarcamos en un sinfín de preguntas que no sabemos cómo responder, y que a veces, el solo hecho de imaginarlo, nos da miedo. Entonces, volvemos a lo conocido y a lo que fue. En general, nos cuesta mantenernos en el tiempo presente, que, al fin y al cabo, es a lo único que podemos agarrarnos, porque es lo único real que existe, el mejor regalo que la vida nos puede dar. Un presente al que no le damos fuerza ni valor, porque nos mantenemos en lo que fue, o en lo que no pudo ser, o nos proyectamos en algo que ni tan siquiera ha llegado todavía. 

Os propongo leer este cuento: 

“Dos monjes iban caminando por un precioso bosque al atardecer; mientras caminaban, oraban y reflexionaban.

Un poco antes de acercarse a un río que tenían que cruzar, el cual no tenía puente para hacerlo, se les acercó una mujer de baja estatura, pidiéndoles que le ayudaran a cruzar el río. Uno de ellos inmediatamente dijo que sí, mientras el otro lo veía con mirada de desaprobación. 

El que se apuntó para ayudar a la pequeña mujer la subió en sus hombros y terminado el río la bajó de sus hombros, la mujer quedó muy agradecida con ese monje. 

Los monjes siguieron su camino y el que no aprobó la decisión le dijo al monje que ayudó a la mujer a cruzar el río acerca de su comportamiento: Ya no aguanto más, tú sabes que tenemos prohibido mantener contacto con mujeres ¿Por qué subiste a esa mujer a tus hombros? 

El monje que había ayudado a la mujer no respondía a las preguntas del otro monje. Siguieron su camino y el monje insistía en sus preguntas, a lo que el otro monje seguía sin responder. 

Poco antes de llegar al convento, el monje le volvió a preguntar acerca de lo que había hecho y por fin el monje respondió: Yo dejé a la mujer hace más de cuatro horas en la otra orilla, ¿Por qué tú aún la llevas encima?”

 

¿Por qué nos cuesta tanto soltar? ¿Por qué nos mantenemos aferrados en cosas pasadas, que en el presente ya no existen? Nos resistimos a avanzar, a dejar atrás, a veces, puede que la culpa sea la causa, a veces la vergüenza, a veces la propia ira. La mente, es capaz de jugarnos muy malas pasadas. Imaginamos lo que fue y ya no es, y nos quedamos en ese ‘’fue’’, en lo que ‘’hubiera podido ser si yo…’’ y la realidad está aquí y ahora, ¿de qué te sirve aferrarte a algo que ya no existe? 

Si tienes un espacio de tiempo para ti, siéntate de forma cómoda (si no lo tienes trata de buscarlo). Cierra los ojos. Respira profundo. Siente tu cuerpo, y date cuenta de cómo estás aquí y ahora. Toma consciencia de todas aquellas cosas que guardas por ‘’los si acaso’’. Toma consciencia de cuantas veces tu mente está en esa relación que no funcionó. Toma consciencia de cuantas veces te has enfadado hoy, y mañana lo sigues estando, etc. Cuando estés preparad@, abre los ojos y coge un globo. Inspira profundo, y en cada expiración trata de llenar el globo con todas esas cosas de las que te quieres deshacer. Viejas creencias, viejos enfados que perduran, viejas culpas que ya no te sirven, porque te das cuenta de que no te ayudan, y aun si, las sigues cargando. Viejos recuerdos a los que te aferras, y te impiden a avanzar… Cuando lo hayas conseguido, ata el globo y le añades un hilo a la punta. Sé consciente de todo lo que has dejado dentro del globo. Cuando estés list@, te invito a que lo sueltes, a que lo dejes ir. Todo eso ya fue, y ahora, eres responsable de mirar el presente, de ser más consciente de todo a lo que te aferras. Tú eres el únic@ capaz de soltarlo todo.

 

Psicóloga sanitaria y Terapeuta Gestalt en SN Psicologia